Las tarjetas SD forman parte del día a día de nuestra vida tecnológica, y seguro que tu cámara o smartphone utiliza una de éstas. Empezaron a ser habituales hace ya una década gracias a su pequeño formato y su gran capacidad, y desde entonces se han convertido en una parte fundamental de muchos gadgets.
Hoy trataremos todo lo que debes conocer sobre las tarjetas SD, desde los diferentes formatos existentes, esa denominación Class que tiene implicaciones en el rendimiento, tamaños o formatos o los diferentes estándares existentes. Si quieres saber más sólo tienes que continuar leyendo.
Origen de las tarjetas SD
Las tarjetas SD son una de las muchas tarjetas de memoria existentes en el mercado. Las más conocidas gracias a su alta implantación en el mercado, a su estandarización y a los precios que no han dejado de bajar con el paso del tiempo.
La carrera de las SD empezó en los años 90, cuando se creó la SD Association, SDA, que es la entidad encargada de crear y mantener los estándares asociados a este tipo de almacenamiento. Está formado por compañías como Toshiba, SanDisk, Samsung, Panasonic, HP, Kingston, Motorola Mobility, Canon, Lexar... y otros. Como veis, buena parte de las grandes compañías del sector tecnológico.
En 1.999 finalizó la primera versión del estándar SD, denominado SD Specification, y empezaron a llegar al mercado. Tarjetas en un formato muy pequeño, apenas 3x2 centímetros, que experimentaron un enorme crecimiento gracias en buena parte al aumento de ventas de las también primeras cámaras digitales.
Por entonces tenían capacidades que a día de hoy parecen ridículas, apenas unos pocos megas, pero suficientes para suplir los carretes analógicos (típicamente con capacidad para 16 o 32 fotografías) en número de imágenes a almacenar. Como nota curiosa, la SD Specification 1.0 de las primeras SD del mercado marca una capacidad mínima de 1 MB, si bien lo habitual fueron los modelos de 16, 32 o 64 MB.
El funcionamiento de las tarjetas SD se ha mantenido sin cambios importantes, si bien por supuesto sí se han evolucionado algunos aspectos. Una carcasa de plástico, típicamente negra, en la que se encuentra un pequeño circuito de memoria NAND, un controlador muy sencillo y un conjunto de pines (entre 8 y 11, según tipo de tarjeta) para la transmisión de la información y las cuestiones energéticas.
Adaptadores, más fácil imposible
Los adaptadores facilitan el uso de una tarjeta en múltiples dispositivos
Una de las claves fundamentales para el gran éxito de las tarjetas SD ha sido la gran sencillez de uso,apenas insertar en la respectiva ranura y funcionar. También son muy duraderas, retrocompatibles, pequeñas, en muchos casos realmente amplias y económicamente bastante asequibles.
A pesar de haber nacido íntimamente ligadas con las primeras cámaras digitales del mercado, su uso ha ido poco a poco extendiéndose a otros dispositivos. En los nuevos smartphones son perfectas para ampliar la muchas veces limitada capacidad interna, y más recientemente hemos empezado a verlas en muchos ordenadores portátiles y tablets, cumpliendo con una función parecida a la de los teléfonos inteligentes: añadir capacidad, espacio de almacenamiento para complementar a la memoria interna.
Clases de tarjetas SD, cómo diferenciarlas
Se parecen, y de hecho se pueden utilizar para lo mismo: ofrecen una capacidad de almacenamiento sobre la que escribir ciertos datos. Sin embargo existe una muy amplia variedad de tarjetas SDque han ido presentándose a lo largo del tiempo, adaptándose a los nuevos usos. Desde las más tradicionales hasta modelos con tecnologías que en algunas ocasiones pueden ser interesantes, como la SanDisk Eye-Fi que incorpora WiFi para una transferencia inalámbrica de las fotografías.
Empezaremos hablando los diferentes estándares que la SDAha ido creando en estos casi quince años. Comúnmente se denominan SD, SDHC y SDXC. Si buscamos diferenciarlas nos encontraremos con diferentes formatos de tarjeta (SD, microSD o la menos conocida miniSD), varios estándares de la especificación oficial (que afectan al bus de datos y las capacidades proporcionadas) o una curiosa denominación que seguro conocéis: la denominada Speed Class Rating, que nos permite cuantificar de forma rápida el rendimiento y los posibles usos admitidos.
Todos las conocemos como SD, pero en realidad se trata de un conjunto de productos a su vez formados por varios subproductos que han ido creándose a medida que evolucionaban. Todas tienen el mismo formato, pero pueden darse problemas de incompatibilidad; las diferencias se centran en los buses de funcionamiento (más rápidos) así como por supuesto las capacidades.
Estos son los tres estándares que la SDA ha creado hasta el día de hoy, si bien son mucho más reconocibles los formatos de tarjetas SD existentes. Hablamos de formatos físicos, donde también nos encontramos con tres productos:
De sobra conocidos por todos. Tal vez no recordéis las miniSD, a día de hoy prácticamente desaparecidas del mercado en detrimento de las microSD mucho más comunes gracias a sus reducidas dimensiones.
Además de los estándares y formatos, las tarjetas SD se diferencian en un aspecto fundamental: la denominada Speed Class Rating, un mecanismo que busca proporcionar información sobre el rendimiento de la tarjeta de un vistazo rápido. Tenemos un total de seis categorías, que ordenadas de menor a mayor son las siguientes:
En junio de 2011 se presentó la versión 4.0 de la SD Specification, comúnmente denominada UHS-II y que aún está arrancando en el mercado. Son típicamente tarjetas Class 3 (es decir, garantizan 30 MB/s) aunque lo más común es que puedan alcanzar velocidades cercanas a los 300 MB/s. Un ejemplo de ellas son las SanDisk Extreme Pro que ya empiezan a verse en algunos distribuidores, aún a precios bastante elevados.
Pasado, presente y futuro del almacenamiento
Pocos dudarán de que las tarjetas SD son parte fundamental de la tecnología moderna. Son muchos los dispositivos que las utilizan, ya sea como pilar fundamental (por ejemplo para cámaras de fotos) o como interesante accesorio, para añadir nuevas posibilidades (lo que conocemos en smartphones).
Una tarjeta SD es, al fin y al cabo, una memoria flash. Duradera, estable y fácilmente transportable con nosotros. Su velocidad es bastante alta para los usos que le damos, si bien su rendimiento no es comparable al que ofrecen otros dispositivos basados en memoria NAND. Por ejemplo, en la actualidad una tarjeta SD es típicamente muy inferior a una memoria USB, por no mencionar los SSD. Sin embargo, sí es cierto que con UHS-II empieza a vislumbrarse una tendencia por mejorar de forma muy significativa la velocidad de las SD, igualando o incluso superando el rendimiento de muchos pinchos USB y acercándose a los SSD, si bien estos aún cuentan con la gran ventaja de ofrecer buses, interfaces y controladores aún muy superiores.
Las tarjetas SD son perfectas para añadir esa capacidad de almacenamiento muchas veces necesaria. Decíamos que son esenciales en cámaras y muy importantes en muchos smartphones, pero en los últimos años también están haciéndose un hueco en tablets, portátiles y convertibles, aprovechando la relativa escasa capacidad motivada por el uso de SSD de 64 o 128 GB. Por ejemplo en el Microsoft Surface Pro 3 que próximamente llegará al mercado, una SD es un compañero perfecto para no sufrir con el espacio incluido de fábrica.
Son perfectas para añadirle esa capacidad muchas veces necesaria. Única posibilidad en cámaras, smartphones; en portátiles sirven para ampliar espacio sin grandes preocupaciones, aunque serán mucho más lentas que cualquier otro dispositivo de almacenamiento físico instalado.
Sobra decir que las tarjetas SD continuarán evolucionando en los próximos años. Su implantación en el mercado es completa, y si hay un formato de tarjeta de memoria usado masivamente ese es sin duda alguna SD. ¿SD? ¿MicroSD? ¿Qué capacidad elegir? Eso ya dependerá de qué uso vayamos a darle y a qué dispositivo vayamos a conectarla.
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